Promotores de la Solidaridad
La solidaridad “es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común.” 1 Esta orientación al mundo es la base de la motivación y organización de la Familia Solidaria. Parados sobre esta base, nos arraigamos en la Doctrina Social Católica y sus principios básicos de dignidad humana, justicia, subsidiariedad y bien común. La justicia social insiste en que todos los seres humanos merecen tener las condiciones necesarias para el desarrollo individual, comunitario y nacional. Los sistemas y estructuras poderosos causan y mantienen desigualdades, con profundas conexiones entre el privilegio de unos y la opresión de otros. Reconocemos que los actos de caridad esporádicos e individuales son insuficientes para abordar las injusticias sistémicas. Por ello, apostamos por acciones colectivas de largo plazo, concretas y sostenibles, capaces de promover la equidad y el bien común.
La unidad subyacente de todos los seres humanos, y de hecho de toda la creación, tiene sus raíces en la naturaleza de Dios. El Papa Francisco describe esto elocuentemente en Laudato Si ’:
Las Personas divinas son relaciones subsistentes, y el mundo, creado según el modelo divino, es una trama de relaciones. Las criaturas tienden hacia Dios, y a su vez es propio de todo ser viviente tender hacia otra cosa, de tal modo que en el seno del universo podemos encontrar un sin número de constantes relaciones que se entrelazan secretamente. Esto no sólo nos invita a admirar las múltiples conexiones que existen entre las criaturas, sino que nos lleva a descubrir una clave de nuestra propia realización. Porque la persona humana más crece, más madura y más se santifica a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas. Así asume en su propia existencia ese dinamismo trinitario que Dios ha impreso en ella desde su creación. Todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad.2
La interconexión primordial descrita por el Papa Francisco es la fuente del don y la virtud que son la solidaridad, un elemento constitutivo del discipulado cristiano. Como regalo para ser recibido y transmitido, la solidaridad infunde compasión en nuestros corazones y une a individuos y grupos en relaciones de amor mutuo. Como virtud que debe cultivarse y ponerse en práctica, nos obliga a la acción colectiva en nombre de aquellos a quienes Dios ama.
Debido a que la solidaridad procede de nuestra creación a imagen de Dios, cuya naturaleza misma subsiste en la relación, priorizamos la relación y la reciprocidad sobre la productividad y la eficiencia. Creamos comunidad reuniendo personas, no simplemente moviendo bienes y servicios. Expresamos esto a través de encuentros entre médico y paciente, médico y médico, misionero boliviano y misionero estadounidense, y a través de nuestra búsqueda permanente de socios organizacionales para colaborar en nuestra misión por el bien de la justicia social y distributiva.
Los cristianos están llamados a fomentar el reino de Dios en la tierra y participar activamente en la transformación que Dios está produciendo. En respuesta a este llamado, trabajamos para promover la coherencia entre la fe y la vida cotidiana alentando y facilitando la formación espiritual del personal de nuestras obras apostólicas. La solidaridad implica “mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad. Supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos.”3 Para lograr la nueva mentalidad necesaria para la verdadera solidaridad, la Familia Solidaria trabaja para sensibilizar, comenzando por comprender que nuestras diversas comunidades son parte de una misma realidad.
1 Papa Juan Pablo II, Solicitudo Rei Socialis, 1988, # 38
2 Papa Francisco, Laudato Si ', 2015, # 240
3 Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 2013, # 188